1982
A unos metros de la casa 149, se decidió construir el Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) para producir el interferón, fundado por el Comandante en Jefe Fidel Castro. Nacía así la primera institución biotecnológica científico-productiva y Cuba se incluía entre los países productores de esa biomolécula. Pero desde antes de la salida a EE.UU. y Finlandia de los primeros investigadores ya había comenzado a trabajar en el CENIC y más tarde en el CIB, otra parte del grupo dirigido por el Dr. Luis Herrera Martínez e integrado, entre otros, por las doctoras Verena Muzio González y Lidia Inés Novoa, quienes asumirían después destacadas funciones en la institución. Esta parte del grupo abordó el desarrollo del trabajo de ingeniería genética para la clonación de los genes del interferón beta; después el interferón alfa y por último el gamma, casi media década después. La labor de aquel grupo precursor de la biotecnología cubana representó algo más que el interferón mismo: el estilo de consagración al trabajo como concepción, y la idea de priorizar proyectos a partir de las necesidades y posibilidades reales con un compromiso sostenido a ciclo cerrado hasta su comercialización y aplicación en el país y en el extranjero. Los protocolos de investigación iniciados entonces abarcaron, entre otras, las hepatitis B aguda severa, crónica activa y sus portadores asintomáticos; papilomatosis laríngea y cáncer de mama.